Para
hacer
un bizcocho casero solo se necesitan huevos, azúcar y harina. La mezcla de
estos ingredientes, batidos y horneados, da como resultado una masa dulce y
esponjosa, muy útil para hacer tartas y pasteles, postres o acompañamientos para
el desayuno, la merienda o el café. Esto... si queda bien, porque
muchas
veces sucede que el resultado no se parece demasiado a la idea que teníamos en
mente. En el siguiente reportaje, se indica cuáles son los tipos de
bizcochos mas comunes, se explica cómo hacerlos y qué detalles debemos tener en
cuenta para obtener el sabor y la textura deseados.
Tipos de bizcochos: cómo hacerlos
Existen diferentes clases de bizcochos: los que se cocinan
con los ingredientes básicos (huevos, azúcar y harina), los que se preparan con
las claras y las yemas por separado, los bizcochos que incluyen más ingredientes
(como nata o mantequilla) y los que sustituyen parte de la harina por cacao en
polvo para darle sabor a chocolate. En este último caso, hay
un error
muy frecuente: olvidar la levadura. El cacao apelmaza más que la
harina. Por este motivo, para que suba el bizcocho y quede más esponjoso, es
necesario añadir levadura.
“Las claras y las yemas se baten por separado, ya
que las claras requieren frío, mientras que conviene templar las
yemas”
Separar las claras de las yemas. Este
método es muy útil para conseguir más elasticidad en la mezcla. Para ello, se
baten las yemas y el azúcar de manera enérgica durante diez minutos -hasta
conseguir un color amarillo pálido- con la ayuda de una batidora eléctrica. Un
detalle interesante es hacerlo cerca de una
zona de calor (como
un baño María tibio) para que se temple el barreño donde están los ingredientes.
En otro recipiente se baten las claras a punto de nieve, hasta conseguir una
textura muy firme (tanto como para que no se vuelquen del barreño si le damos la
vuelta). Al contrario que con la mezcla anterior, lo importante es no acercar
las claras al calor. Cuanto más frías estén, mejor.
Una vez que están listos ambos batidos, lo siguiente es añadir la harina a
las yemas. La mejor manera de hacerlo es
con un tamiz, es
decir, pasarla por un colador para que caiga sobre las yemas como si fuese una
fina lluvia. Al mismo tiempo, se mezcla el conjunto con una espátula de madera y
con movimientos suaves y envolventes. Al terminar, se añaden las claras batidas
poco a poco y con suavidad, hasta conseguir un conjunto
homogéneo. Con él es posible hacer el llamado
"bizcocho
plancha", un bizcocho fino y elástico, idóneo para elaborar desde
brazos
de gitanos hasta pastelitos enrollados o el típico surtido de pasteles con
tres capas y diferentes rellenos.
Para conseguirlo, se introduce la mezcla en una manga pastelera con boquilla
ancha y, con su ayuda, se vierte en zigzag sobre una bandeja de horno. Lo
fundamental en este paso es que la bandeja esté forrada con papel especial para
el calor y que el horno ya esté caliente cuando introduzcamos la bandeja. Tras
diez minutos a 200ºC, el bizcocho estará listo. Bastará con desmoldarlo sobre un
paño y esperar a que se temple.
Otra opción es preparar el
"bizcocho
genovesa", que consiste en batir los huevos cascados y a
temperatura ambiente (no recién sacados de la nevera) junto con el azúcar, en
una
zona templada de la cocina. De vez en cuando, se puede
acercar el barreño a un recipiente con agua caliente para que se temple la
superficie donde se prepara esta mezcla. Es importante batir durante unos 15
minutos de manera enérgica, con la batidora eléctrica, e introducir
gran
cantidad de aire en la mezcla. De esta manera, se obtiene una masa que
duplica su volumen original, de color amarillo muy pálido, que será la base de
un esponjoso bizcocho. Tras completar este paso, se agrega la
harina
tamizada poco a poco y se mezcla el conjunto con movimientos suaves y
envolventes para distribuir la harina de manera homogénea.
Antes de volcar la mezcla en un molde desmontable, es necesario untarlo con
mantequilla y espolvorearlo con harina para
evitar que el bizcocho se
pegue a la superficie. El horno debe estar precalentado a 180ºC y, una
vez que se introduce el bizcocho, se deja cocinar durante 20 minutos.
Otros datos de interés para cocinar bizcochos caseros
Cuando se preparan bizcochos, el momento del
horneado
es crucial. Por esta razón, es imprescindible respetar un par de reglas y tener
presente un breve diccionario de errores para saber qué debemos mejorar la
próxima vez.
Las reglas:
- No abrir el horno en los primeros 15 minutos. Si vemos que
la superficie se tuesta demasiado, es posible que el horno esté muy fuerte o que
hayamos colocado el bizcocho demasiado cerca de la parte superior. Soluciones:
bajar la temperatura, pasar la bandeja a un nivel inferior (según sea el caso) o
tapar la superficie de la bandeja con papel de aluminio. De todos modos, hay que
esperar a que transcurran esos 15 minutos iniciales.
- Cocinar con calor homogéneo. El bizcocho debe hornearse con
temperatura arriba y abajo o con aire circulante, si el horno tiene esa
opción.
Los errores:
- Si el bizcocho queda hundido en el centro, significa que no ha recibido
suficiente temperatura porque, en general, el horno no ha sido bien
precalentado.
- Si por el contrario sube en exceso en su parte central, el horno está
demasiado caliente.
- Si el bizcocho en su conjunto no ha subido lo esperado, significa que no se
ha batido lo suficiente. Ha faltado esponjosidad a la masa inicial.